Durango: cuando los medios dejaron de ser enteros

1 noviembre, 2008 § Deja un comentario

El estado soy yo

Mónica Perla Hernández

Casi nunca se quiere regresar a épocas vividas, sin embargo en el caso de los medios de comunicación en Durango algunas voces coinciden en que el retroceso para la libertad de prensa y la de expresión en la entidad, es una constante en los últimos cuatro años.

Quizá deba aclarar que las voces no coincidentes con tal premisa, se han acostumbrado a la autocensura y a realizar su “trabajo”, a partir de la premisa de que el gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, es su jefe. Si así con esas cuatro letras: su jefe.

Para algunos resulta increíble que existan reporteros que atenten contra el mejor oficio del mundo, que vayan en contra de la premisa del mejor periodista del siglo XX,  Ryszard Kapuscinski, de que los cínicos no sirven para este oficio y pretendan ostentarse como trabajadores de los medios de comunicación o hasta se crean periodistas.

Así esta especie reporteril antiprofesional, aterriza en las ruedas de prensa – lo único que les gusta cubrir además de los chacaleos – entrevista banquetera-,  y cuando algún actor político o social cuestiona las acciones del actual sexenio o crítica de forma explicita al gobernador de esta entidad simplemente les da por quitar las grabadoras, y algunos de los que las dejan no publican ni transmiten nada que pueda incomodar al mandatario estatal, ni a su oficina de Comunicación Social.

Es lamentable ver como ellos mismos en corto, suelen defenderse de su falta de oficio con la manida frase de que tienen familia, de que no se quieren quedar sin trabajo, ni sin comer.

Este tipo de personajes ni siquiera se tibian de informarse quienes son los entrevistados, o que tema es de interés de la agenda mediática, van a lo fácil, a no agotar sus neuronas, a colgarse de las entrevistas de otros y de ahí sacar su material. Claro, esta labor la realizan siempre y cuando no implique recurrir a la investigación de campo, o a fuentes no oficiales; eso no está en su código.

No, no, no; lo suyo, lo suyo, es saber que hay de agenda del alcalde, del gobernador, las ruedas de prensa de los partidos, de los organismos empresariales, pero si no hay nada de eso para ellos los días están muertos. Es deprimente ver como se homogenizan las notas y que son los menos quienes suelen respetarse y respetar el oficio, y si buscan la de primera o portada, o la principal para sus emisiones electrónicas.

Atrás quedan los años en que la mayor parte de los reporteros cuidaban sus exclusivas, investigaban, salían a la calle a competir por la mejor información, probaban su valía y respeto frente a la fuente, se mantenían sin incurrir en la práctica fácil de  sacralizar a las fuentes oficiales e iban por una segunda o tercera fuente.

Está claro que el incremento en el número de medios en esta entidad no está ligado con un proceso cualitativo, sino cuantitativo, lo que no abona ni en la construcción de opinión pública, ni en la credibilidad hacia los lectores radioescuchas o televidentes.

Contra lo que muchos reporteros antiprofesionales opinan, el público de los medios de comunicación no está conformado por una masa de menores de edad, que no analizan lo que reciben. Si tan sólo aprendieran la recomendación de Kapuscinski de  que el periodista debe usar sus cinco sentidos, y uno de ellos es el escuchar, se percatarían de los cuestionamientos de la gente hacía el pobre papel de la mayor parte de los medios locales, que lejos de cumplir con la función de informar se mantienen con la idea de atender los intereses gubernamentales a salvo.

Muestra de lo anterior, es que las líneas editoriales están sujetas cada vez más, a los designios del mandato estatal, que reza: no publiques esto; bájale la importancia a tal tema; revienta el tema de la rueda tal para que no salga en la mayoría de los medios, infiltra orejas completamente inidentificables; quién me crítica está en mi contra; si escribes crítica es que no quieres al estado, si cuestionas los programas tampoco…

En fin la lista de frases para censurar sería inagotable, el problema sin embargo es que buena parte de los reporteros, o quienes se hacen llamar así, ya ni siquiera esperan que venga la censura, sino que han optado por cortarse los dedos solos, ellos mismos deciden que escribir y que no, o que transmitir y que suprimir en el cassete o en la grabadora.

Y los que hasta ahora no lo han hecho, son los que aun ejercen el oficio, a pesar de que la política gubernamental hacía los medios, sea la de los luises franceses remasterizados en una versión bizarra.

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